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Lleidantic, reivindicando a los artistas de Lleida

Artículo de opinión

 

La presente edición de Lleidantic, salón que tendrá lugar este fin de semana en la Feria de Lleida, puede convertirse en una buena oportunidad para redescubrir algunos pintores leridanos de calidad contrastada y que lograron el triunfo y el reconocimiento más allá de nuestras tierras, pero que en nuestro país son todavía poco o nada conocidos y que están esperando que alguien reivindique la memoria.

 

Es el caso, por ejemplo, de Antònia Ferreras Bertran, nacida en la ciudad de Lleida en 1873 y en la que la escritora y periodista Carme Karr llamó «la dama de las flores». Expuso en la Sala Parés y también en las Galerías del Faianç Catalán. La calidad de su obra le aportó encargos de modelos para tarjetas postales y porcelanas de una importante casa vienesa y fue premiada en varios certámenes. Su popularidad hizo que tanto la familia real española como varios museos del Estado adquirieran obras suyas. Es sin duda una de las artistas de nuestra casa que hay que reivindicar y que se merece una exposición antológica.

 

Otro pintor que queremos recordar es Alfons Iglesias y Domènech, hijo de Les Borges Blanques (1894-1975) y fundador del grupo «Nuevo Ambiente» que se estrenó en las galerías Dalmau de Barcelona. De joven, cuando llegó a Barcelona, ​​frecuentó tanto la Lonja como el estudio de Isidre Nonell, la escuela de Galí, la Escuela Libre de Dibujo y Pintura o el Ateneo Obrero. Todas estas vivencias le aportaron un gran número de amistades y de inquietudes. Tras la Guerra Civil se encerró en Les Borges Blanques, lejos de las apariciones públicas y del llamado mundo artístico. Integrable en la tendencia «constructivista», practicó un paisajismo colorista y de pincelada vibrante con aires de Cézanne.

 

De Solsona es Tomàs Boix i Soler (1886-1951), autodidacta que cultivó indistintamente el paisaje, la naturaleza muerta y la figura. A pesar de la vocación temprana de creador, el entorno familiar le provocó un comienzo tardío de la actividad pictórica. Inicialmente fue influido por la obra de Raurich y, luego por la del belga Clauss. En 1933 trabajó junto a Joaquim Mir, del que devino amigo y alumno; la influencia del artista barcelonés fue decisiva en su obra. El pintor Ramon Casas también alentó en su vocación artística. En 1929 expuso por primera vez individualmente en las galerías «Laietanes» de Barcelona, ​​y después lo hizo en varias salas de la ciudad condal, de Manresa y de Solsona. Sus paisajes predilectos son los del Solsonès. Su color es fiel y realista pero a la vez vigoroso y decidido. La pintura de la época de madurez es de pincelada llena y decidida, de captación rápida y limpia.

 

Antoni Samarra i Tugues (1886- 1914), fue un artista escultor, dibujante y pintor nacido en Ponts. Después de una niñez llena de dificultades económicas, con 15 años en Barcelona donde trabaja inicialmente de albañil para entrar poco después en el taller del escultor Diego Massana, sin dejar las clases nocturnas en el Ateneo Obrero. Se integra en el grupo de los «negros y carboneros», un grupo de artistas jóvenes e inconformistas con las multitudes como temática predilecta. Miembro activo del Aplec Catalanista, coincide a los Cuatro Gatos con la mayoría de intelectuales de la época. Su pintura es luminosa y de una claridad inusual en un pintor de las tierras leridanas. Como escultor participa en los trabajos del Palau de la Música Catalana de Barcelona. Expuso en la Sala Parés con Pau Gargallo, Carlos Vázquez y Tamburini y en 1914 se le conceden becas de estudio. Su carrera parece arranque definitivamente embargo, ese mismo año, se quita la vida de una forma un tanto misteriosa: en la carta de despedida a su cuñado y pintor Joaquim Biosca exculpa a todos y no explica el motivo.

 

Junto a estos artistas, el visitante de Lleidantic podrá disfrutar también de la obra de las tres grandes firmas leridanas: Jaume Morera i Galícia (1854-1927), Xavier Gosé i Rovira (1876- 1915) y Baldomer Gili Roig (1873-1927). Pintores leridanos suficientemente conocidos por el gran público de nuestras tierras y que han llegado a triunfar plenamente en grandes ciudades europeas como Madrid, París y Barcelona, ​​respectivamente.

 

En definitiva, una magnífica oportunidad para disfrutar de las creaciones de una series de artistas leridanos -algunos muy populares, otros prácticamente desconocidos en nuestras tierras- con estilos muy variados e historias singulares, a menudo sorprendentes, trágicas en algún caso, pero que forman parte del bagaje cultural de las comarcas leridanas.

 

Miquel Sauret Hernández
Estudioso de arte